El ictus es un daño en el cerebro debido principalmente de un daño vascular en una arteria, y raramente en una vena.
Sí, el isquémico, que se da cuando se tapa una arteria:
Se produce por la obstrucción de una arteria por un coágulo o émbolo proveniente, la mayoría de las veces, del corazón o de una placa de colesterol que atasca una arteria. Éste se desprende y viaja hasta una parte del cerebro dejándolo sin circulación, provocando un daño que puede ser irreversible, si no lo conseguimos redirigir.
En cambio, el ictus hemorrágico sucede cuando se rompe la arteria, principalmente debido a la presión arterial mal controlada y alta, produciendo una hemorragia cerebral.
La causa del ictus es lo que se conoce como factores de riesgo mal controlados: hipertensión, cifras de colesterol elevado, diabetes, tabaquismo, consumo de alcohol y sal junto con el sedentarismo.
Sin embargo, existe un tipo de arritmias que aparecen con la edad (>55-65a) y, sobre todo, en personas con hipertensión y que es algo más frecuente en mujeres: la fibrilación auricular. Detectarla y tomar medicación evita sufrir un ictus.
Si, tenemos los tratamientos preventivos para tratar y controlar los factores de riesgo vascular (hipertensión, colesterol, diabetes...), así como fármacos antitrombóticos, que consiguen que la sangre circule más fluida por las arterias, bloqueando en parte la activación de las propiedades coagulativas y la agregación en las paredes de los vasos de las plaquetas en el caso de los ictus isquémicos.
Por otro lado, tenemos tratamientos de fase aguda para los ictus isquémicos, que se administran en el momento de sufrirlo y logran restablecer el flujo de sangre. Es lo que conocemos como trombólisis farmacológica, que es muy potente para conseguir recanalizar las arterias tapadas.
Otros tratamientos son la trombectomía, que consigue recanalizar las arterias con catéteres introducidos hasta el órgano de la oclusión del vaso.
Para los ictus hemorrágicos o hemorragias disponemos de fármacos que bajan la presión arterial. Y en caso de que la causa de la hemorragia haya sido algún fármaco, también disponemos de otros fármacos con los que volvemos a conseguir coagular la sangre o potenciar este efecto.
Un paciente que toma la medicación, que ha sido tratado correctamente y que tiene un estilo de vida saludable, es muy infrecuente que vuelva a sufrir uno (<1% primer año).
Raramente. Pocas enfermedades causan un ictus ligado a una herencia. Desgraciadamente, lo que no se hereda, pero sí se adquiere son los hábitos de vida no saludables.
Cada seis minutos se produce un ictus en nuestro país. Además, la estadística muestra que una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida. Y es que la población cada vez es más envejecida por el incremento de la esperanza de vida, lo que significa que sus arterias también lo son y que se les estropean a medida que se suman años. Esto comporta un incremento del número de ictus. Sin embargo, la población cada vez presenta mejor control de los factores de riesgo vascular y se está consiguiendo frenar el incremento de su número. Por otra parte, cada vez hay más supervivientes de ictus que pueden explicar su experiencia, lo que incrementa la sensación de que se dé un gran número de esta afectación.
En ictus minor, una vez resuelto o AIT, no puede conducirse durante los seis primeros meses. En ictus grande, establecido o con secuelas, es necesario esperar, como mínimo, un año. Como no conocer la ley no exime de cumplirla, es importante informarse de este punto en las direcciones de tráfico local.
Servicio de Neurología