"Está muy bien ver el mundo tal y como es, y no como a mí me parece que debería ser"
Hace tres años, el jefe de la Unidad de Memoria del Hospital de Bellvitge se convirtió en el médico de la expedición Tahina Can, un viaje académico anual organizado desde el Máster de Periodismo en viajes de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Etiopía, Uganda y Kirguistán, este 2025, han sido los destinos de las tres expediciones en las que Jordi Gascon ha velado por la salud del grupo equipado con una mochila-botiquín a su espalda. Ahora ya espera saber antes de final de año dónde les llevará la Tahina Can 2026.
- ¿Cómo llegas a participar en la primera Tahina Can?
Pues a través de un amigo, David Rull, que es egiptólogo, profesor en la UAB y muy viajero. Nos conocemos desde hace muchos años, desde que éramos jóvenes he hecho montaña con él, pero siempre habíamos querido hacer un gran viaje juntos. Entonces me llamó un día para decirme que necesitaban un médico para ir a Etiopía. Le dije que si en dos segundos y después me explicó en qué consistía el proyecto de Tahina Can: un grupo de periodistas hacían un viaje académico en el que harían una serie de reportajes fotográficos y escritos, tutorizados por un staff de profesionales y profesores, que querían viajar con un médico para cubrir la salud de la expedición. Entonces él me presentó a Santi Tejedor, el organizador y el alma máter de Tahina, que dio su visto bueno.

Foto: Júlia Cussó Melero
- ¿Y lo que te atrajo fue el componente de aventura de la propuesta?
Hay varias razones por las que decido que sí. La primera, que podía juntar dos cosas que me encantan: mi trabajo y viajar. Otra era que me daba la oportunidad de viajar con David y la tercera es que es que me parecía muy chulo viajar con un colectivo organizado que va a hacer un trabajo y estar allí como espectador en primera línea. Me parecía muy atractivo ver a gente experta en otra disciplina que no es la mía. De esta forma he descubierto en cada viaje a gente que escribe muy bien o que hace unas fotos fantásticas. Ya in situ añadí otras dos razones. Una es que en viajes como los de Tahina Can alcanzas un nivel de profundidad que en un viaje turístico al uso no conseguirías. El nivel de experiencia y el nivel de conocimiento del territorio local que tiene la gente con la que interaccionamos es brutal y te metes hasta el fondo de ciertas cosas. Y por último es estupendo viajar con gente joven, es muy divertido y entenderte con gente de otra generación tiene su encanto.

- Pensamos en películas o novelas de aventuras con grupos que avanzan por la selva, por ejemplo, con el médico cerrando el grupo cargado con el botiquín. ¿Se ajusta a la realidad de tus expediciones?
Tiene mucho de real. Pasas por lugares idílicos y hay ratos de los viajes que son de andar durante un buen trecho por montañas, selvas, desiertos, junto a largos ríos... y los paisajes que ves son absolutamente espectaculares. Cada viaje ha tenido su toque diferencial. Etiopía, por ejemplo, fue un viaje de mucho conocimiento de personas y culturas del país, como las tribus que viven en el sur. Uganda, en cambio, tuvo mucho más componente de “safari”, por decirlo de alguna manera. Todo esto lo haces con personas que te cuentan un montón de cosas que no te contaría cualquiera. Por ejemplo, cuando estábamos en Etiopía, David nos explicaba la evolución humana en función de la evolución del planeta y cómo nuestros ancestros se pusieron de pie y las consecuencias que esto tuvo. Vas con gente que aborda los valores culturales de la gente que estás visitando sin juicios éticos ni morales. Está muy bien ver el mundo tal y como es, no como a mí me parecería que debe ser. O sea, que el punto idílico de una expedición con el médico cerrando al grupo es bastante frecuente.

Foto: David Rull Ribó
- ¿Y cómo es la rutina diaria de un médico de expedición?
Cada día he tenido trabajo, sin nada que ver en el de un hospital, claro. Por suerte, la mayoría de cosas no han tenido ninguna gravedad: heridas, contusiones, quemaduras, picaduras de insectos, garrapatas que debes quitar, conjuntivitis, alguna infección de orina, una gripe... Alguna vez he tenido que utilizar algún utensilio, pero en la mayoría de ocasiones han sido cosas banales. Sin embargo, este año sí hubo una circunstancia algo más seria. Tuvimos que bajar a una persona de la montaña donde estábamos, no porque tuviera dolor de altura, sino porque desde el punto de vista hemodinámico no estaba tolerando el esfuerzo que estábamos haciendo. Bajamos y no pasó nada.

Foto: Júlia Cussó Melero
- ¿Necesitaste alguna preparación especial?
Intento ir preparado. Tienes que saber, por ejemplo, cómo es el mapa del sistema sanitario del país en el que estás, conocer los centros de asistencia que tienes cerca, y los hospitales de buen nivel que hay en el país. A todos los expedicionarios les pregunto cuatro cosas sobre enfermedades de mayor prevalencia o si tienen más facilidad de descompensarse; saber cuántas personas con asma, o con epilepsia, con diabetes, controlar si existen personas con medicaciones especiales. La Dra. Masuet, del Servicio de Medicina Preventiva, me da consejos y orientaciones cada año sobre el destino escogido.
- ¿Y esto se traduce en un equipamiento muy pesado?
Llevaba un equipo de unos 15 kilos, pero se transportaba bien.

Foto: Júlia Cussó Melero
- ¿El hecho de estar más o menos lejos de un centro asistencial produce cierta angustia?
Una parte de mi trabajo es gestionar riesgos, lo que supone conocerlos, saber en cada momento que estás asumiendo, las distancias en los lugares donde podrías pedir ayuda, tener la certeza de que todo el mundo está cubierto por un seguro que te permitirá pedir según qué tipo de ayuda. Además, voy con gente que conoce mucho el territorio, y cómo salir de determinadas situaciones. Por ejemplo, en el caso de la persona que tuvimos que bajar de la montaña, te diría que el mérito, sobre todo, fue encontrar un taxi para bajarlo. En este sentido, no sufro ni tengo miedo y casi todo el viaje lo disfruto plenamente.
- La Tahina Can se define como un viaje iniciático, ¿en tu caso cómo se aplica este concepto? ¿Te ha cambiado de alguna forma?
Se trata de un concepto distinto de viaje. Es académico, no sólo en términos periodísticos, sino desde un punto de vista pedagógico de lo que supone viajar; el conocimiento y respeto por otras culturas. Algo que todos hemos hecho, supongo, es llegar a un destino más o menos diferente y empezar a tomar fotos como descosidos. Esto también se trata en Tahina. Tú no puedes bajar de un autobús y empezar a tomar fotos a la gente sin siquiera hablar con ellos. Si quieres hacerle una foto a una persona, debes acercarte a ella, debes hablar con ella, se trabajan incluso estos aspectos. Para muchos estudiantes es iniciático este acceso a un viaje académico, con unos contenidos de un nivel considerable, a unos talleres formativos para escribir mejor, tomar mejores fotografías o vídeos, o para gestionar bien las redes, y en conjunto por lo que supone la cultura del viaje. El grupo está formado por unos 20-25 estudiantes, con 8 o 10 monitores, que son periodistas y un equipo sénior formado también por periodistas, como David Jiménez, Xavier Ortuño, y divulgadores como Lluís Pont o David Rull.
- ¿Y para ti personalmente?
Por haber viajado unas cuantas veces, he aprendido de manera espontánea esa cultura del viaje y ese respeto por los lugares a los que vas. He realizado viajes, algunos de montaña, a diferentes lugares del mundo. En cualquier caso, en cada viaje aprendes cosas. Por ejemplo el nivel de profundidad al que llegas a las culturas que visitas. Yo nunca había llegado tan a fondo. Otro descubrimiento ha sido constatar que viajar con gente joven es muy divertido. Me sentí absolutamente integrado desde el principio, bien acogido por todos y te diría que seguramente lo que más me ha gustado ha sido la relación con el equipo de Tahina. Independientemente del lugar al que vayamos, viajar con este grupo es fantástico.

Foto: Lucía Cornejo Villanueva
- ¿Te ves con ganas de repetir?
Todo esto que te he explicado hace que de algún modo estés “enganchado”. Ya estoy esperando en diciembre que se anuncie el próximo destino para 2026. La entrevista de trabajo “oficial” me la hizo Santi Tejedor en el aeropuerto de Barcelona, mientras esperábamos para coger el avión en la primera Tahina que hice, la de Etiopía. Desde entonces hacemos la broma que me hizo firmar en una servilleta de papel, como Messi. Supongo que le caí lo suficiente como bien para proponerme ser personal “fijo” de la expedición. Además, tengo la suerte de que en casa me es fácil conciliarlo, han entendido perfectamente que es una oportunidad genial y que está bien poder aprovecharla.
- Son siempre 10 días de expedición, ¿no?
Sí, pero bastante cañeros. Nos levantamos temprano y vamos a dormir relativamente temprano también, aunque a veces se apura porque la gente está trabajando. Hemos dormido en habitaciones, pero también en yurtas.

Foto: David Rull Ribó
- Los estudiantes que integran cada expedición hacen después unos trabajos audiovisuales muy potentes...
Son espectaculares, me flipa lo que hacen estas chicas y chicos. Me parece especialmente interesante y atractivo el trabajo de la gente que hace fotografía. Me gusta la fotografía, pero no sé, entonces en estos viajes he conocido a gente que hace unas fotos espectaculares y he podido aprender algo. La fotografía me parece muy atractiva porque contiene muchas más cosas aparte de la belleza estética: tiene un mensaje subyacente y una historia de quien está haciendo la foto y el sitio, y ese momento es único, queda registrado para siempre. Ésta es otra de las cosas que me llevo de la Tahina Can. También el hecho de conocer a personas como Toni Espadas, que murió asesinado en Etiopía en mayo del 2024. Era un tipo fantástico, que cerró su negocio en Barcelona porque se enamoró de Etiopía. Convirtió su negocio en una empresa de viajes a países difíciles de manejar. Compartimos el caso de una niña que acabó en un hospital del país e intervine para ayudar. Otro momento para recordar es cuando fui a conocer a un chamán en Uganda. Fue muy interesante verle y que me hablara de sus prejuicios hacia los médicos de mi tipo y lo orgulloso y convencido de que está de su forma de ver la medicina.

Foto: Júlia Cussó Melero