Descubre aquí información clave sobre la cirugía por el reflujo gastroesofágico
El reflujo gastroesofágico es el paso del contenido gástrico o duodenal hacia el esófago, de forma frecuente y prolongada. Esto provoca lesiones inflamatorias a nivel de la mucosa del esófago (esofagitis) y, ocasionalmente, también en la vía respiratoria.
Es la enfermedad esofágica más frecuente y uno de los principales motivos de consulta en la Atención Primaria.
Aproximadamente, el 80% de reflujos patológicos se desarrollan sobre una hernia hiatal o diafragmática.
El síntoma fundamental es la sensación de ardor que sube desde la zona del epigastrio hasta el cuello. Tiene relación con la posición del enfermo y aumenta con la presión intraabdominal.
Otros síntomas comunes son: regurgitaciones de contenido esofágico en boca, dolor o dificultad al tragar en los casos de esofagitis severas, y dolor torácico que se puede confundir con el dolor coronario.
También pueden aparecer otros problemas como la anemia crónica por hemorragias secundarias a la esofagitis, o complicaciones respiratorias (laringitis con ronquera, asma e infecciones respiratorias repetidas).
La cirugía está indicada cuando no existe una buena respuesta al tratamiento, o cuando aparecen complicaciones importantes, como por ejemplo: complicaciones respiratorias, hemorragias repetidas, estenosis o úlcera péptica esofágica, y el esófago de Barrett por el peligro de degeneración neoplástica.
La operación se realiza por vía laparoscópica a través de cinco pequeñas incisiones, para poder corregir la hernia diafragmática que, generalmente, acompaña al reflujo gastroesofágico y cerrar el orificio esofágico diafragmático, justo para permitir el paso del esófago. Después se creará un mecanismo valvular mediante la parte alta del estómago en torno al esófago (fundoplicación de Nissen), para impedir el reflujo.
Como en cualquier cirugía, aunque de forma muy poco frecuente, puede presentarse dolor, sangrado, hematoma o infección en las pequeñas incisiones.
También puede haber complicaciones abdominales, pero de forma excepcional: sangrado (hemoperitonio) e infección intraabdominal (peritonitis).
Durante los primeros días, hay que evitar realizar esfuerzos. Caminar con cuidado. Los alimentos deben ser líquidos y triturados. Es necesario tomar la medicación que se indica al salir del hospital y continuar con la que se toma habitualmente. Es necesario ducharse a las 48 h de la intervención.
No debe conducirse durante dos o tres semanas.
Si aparecen los siguientes signos o síntomas de alarma, debe ponerse inmediatamente en contacto con el hospital:
- Fiebre
- Náuseas y vómitos persistentes
- Distensión abdominal
- Dolor abdominal intenso
- Palidez y mareo
- Sangrado importante por las heridas.
