Oriol Benet: «A veces pasan cosas imposibles, y por eso vale la pena vivir como si pudieran ocurrir»

- Pacientes que inspiran

Un cáncer raro, cinco cirugías de altísima complejidad y una infección que parecía insalvable. Durante la treintena, Oriol Benet ha sobrevivido a todo ello en Bellvitge gracias al trabajo conjunto de cirugía digestiva y vascular. Antes había sido patinador profesional y llevaba una vida activa, llena de retos deportivos. Con este diagnóstico, todo cambió. A su lado, los equipos del Dr. Juli Busquets, jefe de sección de Cirugía del Servicio de Cirugía General y Digestiva, y de la Dra. Elena Iborra, jefa del Servicio de Angiología y Cirugía Vascular, asumieron intervenciones que parecían imposibles junto con Urología, Anestesiología, Enfermedades Infecciosas y Medicina Intensiva. Nos lo cuentan en esta conversación.

¿Cómo empieza tu historia, Oriol?

Oriol: Yo era patinador profesional, vivía en Poblenou, y un día noté molestias en la ingle. Al principio pensé que era por el entrenamiento, pero el dolor persistía. Después de algunas visitas, una ecografía detectó un «bulto» y me dijeron que no sería nada. Pero una biopsia confirmó que era maligno y me derivaron a Bellvitge. Aquel día salí a sentarme en la playa sin entender muy bien qué estaba pasando...

Dr. Busquets, ¿qué os encontráis en Bellvitge?

Dr. Juli Busquets: Sabíamos que se trataba de un leiomiosarcoma, un cáncer muy poco frecuente de los vasos sanguíneos. Oriol tenía una lesión enorme que afectaba la vena cava y parte de la aorta. Con los compañeros de cirugía vascular planificamos una resección en bloque, la extirpación de un riñón y una sustitución con prótesis. La cirugía fue bien y, en pocas semanas, se marchó a casa. Era un caso de altísima complejidad que solo se trata en pocos hospitales en Cataluña.

Oriol, después hubo complicaciones en el hígado.

Oriol: Al cabo de un año me trataron una lesión con radiofrecuencia. Un año más tarde, me tuvieron que quitar un trozo de hígado y sufrí una infección muy dura: estuve ingresado un mes. Fueron semanas difíciles, pero después de aquello pude vivir seis años bien. Con mi mujer decidimos empezar una nueva etapa en Alicante, donde ella había encontrado trabajo. Aquellos seis años fueron de tranquilidad y vida normal.

¿Qué te lleva de nuevo al hospital?

Oriol: Empecé con dolores en los pies y sudores nocturnos. Me decían que era una infección, pero cada vez estaba peor. Hasta que me avisaron de que podía tener el bypass infectado y que no había mucho que hacer. Fue muy duro, llegué a preparar a mi mujer para lo peor. Pero conseguí contactar con Bellvitge, y aquí me volvieron a dar una oportunidad.

Dra. Iborra, ¿cómo valoráis aquel momento?

Dra. Elena Iborra: Las imágenes mostraban infección de la prótesis y contacto con el intestino. Además, Oriol solo tenía un riñón funcionando, y la situación era muy delicada. Realizamos una cirugía compleja: separar el intestino, sustituir la prótesis por una impregnada con antibiótico y plata, y recuperar la circulación de las piernas.

Pero hubo más complicaciones...

Dra. Elena Iborra: Sí. A las dos semanas, un escáner mostró una rotura de la aorta muy cerca del riñón. No podíamos esperar: era cuestión de vida o muerte. Organizamos una cirugía con vascular, digestiva y urología. Tuvimos que hacer un bypass extraanatómico [una derivación de la circulación sanguínea fuera del recorrido habitual: abrir el tórax, llevar la circulación de la aorta torácica hacia las piernas y conectarle el riñón para salvarlo. También retiramos todo el material infectado. Fue una operación de más de once horas.

Dr. Busquets, ¿qué destacaría?

Dr. Juli Busquets: Todo esto es posible solo con trabajo en equipo y una gran experiencia. Quiero recordar al Dr. Fabregat, que planificó la primera cirugía, y a la Dra. Núria Peláez, de cirugía general y digestiva, además del equipo de cirugía vascular y, en especial, a las doctoras Herranz y Martínez del Carmen y al Dr. Martínez Rico, que estuvieron implicados en las cirugías.

Oriol, ¿cómo lo viviste?

Oriol: Llegué a Bellvitge en silla de ruedas y con la sensación de que no había esperanza. Cuando me dijeron «lo intentaremos», fue como volver a ver el sol. Después de semanas sin comer ni beber, salí con una lista de cosas que quería probar. Ahora me cuesta hacer deporte y subir escaleras, pero siento sobre todo agradecimiento. Mi mujer y mi familia han sido un pilar fundamental.

¿Qué mensaje te gustaría compartir?

Oriol: Aunque parezca que todo está perdido, nunca lo está. Hay que luchar y mantenerse positivo, porque hay personas que hacen milagros. Si yo puedo tener un riñón conectado a la aorta torácica, siempre hay esperanza.

Reflexión final de Oriol

«Durante los últimos diez años, más de una vez me dijeron que no saldría adelante; a veces, ni siquiera unos días más. Me lo decían, pero nunca terminé de creérmelo. Simplemente decidí seguir luchando y ver hasta dónde podía llegar. Siempre he sentido que estos diez años han sido tiempo de más, un tiempo extra que he intentado aprovechar al máximo, y que espero seguir aprovechando.

Entre las cirugías y los momentos difíciles, he conseguido vivir plenamente: viajando por varios continentes, viviendo aventuras, amando, perdiendo, riendo y llorando. Me gusta pensar que nunca dejé de vivir, ni siquiera cuando las probabilidades estaban en contra.

He tenido una fe enorme en las increíbles habilidades del equipo médico que me ha cuidado, que me hizo creer que cualquier cosa era posible y dio a mi familia y a mí la fuerza que necesitábamos en los momentos más duros. Realmente se merecen toda la confianza, toda la fe y todo nuestro agradecimiento.

Lo que he aprendido es que hay que luchar, creer y mantenerse positivo. A veces pasan cosas que parecían imposibles, y por eso vale la pena vivir como si pudieran ocurrir».

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