Era el día 1 de noviembre, un día normal y corriente o eso pensaba yo. Esta es la historia de un chico de 27 años, al cual le fastidiaron su profesión preferida, pero como dijo alguien que conocí, podría ser peor, lo último que se pierde es la confianza en uno mismo.
Todo empezó ese día, por la mañana no me encontraba bien, pero, aun así, bajé a Sabadell desde Hospitalet a comer con mi mujer y mi niña del alma y con mi madre, y me preguntaron qué me pasaba, yo me encontraba mal pero no sabía lo que tenía, al final apareció la fiebre y de ahí a urgencias, le dije al médico que notaba burbujeo, como si fuera mucosidad, me hicieron una radiografía y me dijeron que podía tener pericarditis (como Carvajal, jugador del Real Madrid) y pensé: “Bueno, un mes de baja y puedo volver a ejercer de camarero”, porque estaba haciendo prácticas cobrando y estudiando el segundo curso de grado medio.
Al menos sabía por qué venía, se lo dijeron a mi pareja y se puso blanca, ella se fue con la niña para casa y a mí me llevaron al Hospital de Bellvitge. Desde ese día pensaba que iba a ser un mes con antibiótico, fue un mes, pero con pruebas, preguntas, más pruebas, más preguntas, y al final descubrieron lo que tenía, pero todavía no saben de dónde viene esa alteración, puede ser genética, me dijeron que me harían una biopsia para comprobarlo. Me vino el miedo, me operaron rápido. Para mi sorpresa, me implantaron un DAI, el DAI inesperado –para que sepáis, el DAI es un desfibrilador automático implantable, parecido a un marcapasos y que controla los latidos de mi corazón–. Lo único que quiero agradecer es que ese 17 de noviembre el DAI inesperado me salvó de algo peor. Es un consejo como ser humano: si llegáis a leer este relato, haceos pruebas, no tengáis miedo, porque si no, a lo mejor después es demasiado tarde, aunque penséis y piense que con el DAI no podemos valernos o hacer lo que nosotros queramos, borraos esa idea de la cabeza, levantad la cabeza, luchad, y adelante, que somos personas más fuertes que muchas que están sanas del todo. A todos los lectores, sean mayores o jóvenes o a la gente que quiera escribir, que no se lo piense, si tiene algo que decir, mejor en un papel que en la cabeza.
Gracias de verdad a todo el equipo médico y de enfermería, que sepáis que estáis en mi corazón.
Una segunda oportunidad
En este segundo relato, tengo que agradecer mucho a toda la gente que ha estado conmigo. Hace seis meses escribí el anterior, todo me ha ido estupendamente, solo me dijeron que mi bomba o mi corazón estaba un poco pachucho, han intentado aguantar al máximo, pero la culpa no fue del médico, fue mía de hace unos cuantos años, en aquella época era más joven, quería trabajar, ganar dinero, etc. Todo eso, si no se tiene salud y no tienes personas que se preocupen por ti, lo demás, no importa. Es cierto que los amigos de verdad casi siempre están, pero a veces quien no falla es alguien que conoces de hace diez meses y que no te deja, ni porque tengas problemas de salud, ni porque de momento no puedas trabajar.
Antes de ingresar de nuevo en el hospital estuve varios meses con mi madre y después con mi mujer y su hija, todos los días junto a ellas, es lo más hermoso de mi vida, aunque la niña no es mía, me quiere más que a su padre y soy su papi.
La verdad es que, gracias a esas pequeñas oportunidades que te da la vida, las conocí antes de enfermar.
En este segundo relato les tengo que dar las gracias a todo el grupo de cardiólogos, enfermeras, auxiliares, celadores y demás, por todo el trabajo realizado hacia mi persona y los ánimos que da la gente de este hospital, siempre con buenas vibraciones.
Esta vez el tema se ha vuelto un poco más complicado, pero de todo se sale. Explicaré qué es esto de la segunda oportunidad: me han hecho pruebas y se ve que mi corazón ya no tira más, yo me siento perfectamente, porque lo único que ha de hacer uno es no perder los ánimos, aunque a veces no sepas cómo superar las adversidades.
Siempre hay alguien que está peor, con esto no me refiero que me alegre de las dificultades de los demás, sino que hay que sacar fuerzas de donde sea, para poder volver a latir con la misma voluntad, naturalidad y brillo que al principio.
Mi segunda oportunidad no la voy a desgastar, voy a trabajar, pero sin tanto estrés al que estamos sometidos todos.
También dar las gracias a quien será mi salvador, el que me dará la segunda oportunidad, todavía estoy de pruebas, pero ya me lo han dicho y me gustaría compartirlo con la gente.
No estéis tristes nunca, si tenéis algún dolor, mirad cuanto antes el cuerpo, no os estreséis, siempre felices.
Lo más importante es la salud y la familia; sin eso, el estrés, el trabajo y los cabreos no sirven para nada.
Espero que les haya gustado, mucho gusto por haberme leído. Un abrazo a todos los corazones vivos y locos.
Nueva vida y doble cumpleaños
Esta vez el relato es muy especial, tanto para mí como para mi familia y también me gustaría que fuera especial para los lectores de este libro. Continuando con mi historia, me enfrento a la operación más complicada de mi vida, pero la mejor y la más feliz para mi persona y para todo el mundo que la lea. El día 3 o 4 de mayo mi cardiólogo, para mí siempre será el que dice la verdad y no falla, al menos conmigo, por eso le quiero agradecer enormemente todo lo me dijo: que había dos opciones, la primera era ponerme un tercer cable más en el DAI que me habían puesto en noviembre, cosa que él no veía factible, y la segunda y la mejor, aunque suene un poco fuerte, me quedé dos segundos en shock, pero sabía que al final tendría razón, era el trasplante de corazón.
Me hice todas las pruebas y días después volvió mi cardiólogo a confirmármelo, después de haberlo consultado con todo el equipo. Yo me hundí, porque fue entonces cuando noté que nadie me estaba apoyando, porque quien estaba a mi lado en aquel entonces ahora ya no estaba, porque me dieron ataques de ansiedad.
Toda la gente que no os haga bien o les decís que cambien, les dais unos días, o les decís que no hace falta que vuelvan.
Firmé los papeles del trasplante, diez o doce días antes de que mis padres se enteraran. En teoría podía salir de alta, pero al final no pudo ser, vino mi madre y se lo dije, una vez que se lo dije me quité un gran peso de encima.
Siempre necesitamos a alguien, aunque no se quiera o uno se haga el fuerte, llega un momento que si llegas al límite lo necesitas.
Mi madre se lo dijo a mi padre. Cuando se enteró, fue la primera vez en mucho tiempo que lo noté más cercano y me alegro.
Y después vino mi regalo, mi gran corazón, del ángel que dejó este mundo para darme la vida, le doy las gracias de todo corazón, gracias a mucha gente, por no decir a todas las personas que he conocido en estos últimos tres meses, a los que me han venido a visitar y también gracias a todas las personas que han estado cuidándome: mi equipo de Cardiología, los y las enfermeras, los y las auxiliares, celadores, las señoras de la limpieza, todos son como una familia y todos te ayudan, solo te has de dejar ayudar y luchar por tirar hacia adelante para vivir tu nueva vida con tu nuevo corazón.
Una vez que los cardiólogos dicen que has de caminar, camina poco a poco, cada día más, no te rindas, coge fuerza en las piernas, ya sé que no es lo mismo 27 años que 57 o 65, incluso más, pero a mí me ayudó gente de dentro del hospital para salir adelante. Por eso la gente que lea el libro se tiene que sentir fuerte, para vivir la vida, nosotros somos dueños de nuestra vida y de nuestro corazón, nosotros tenemos el control de nuestra vida y haciendo siempre caso a los cardiólogos. Podemos decidir cómo estar y elegir ser feliz y luchar por toda la gente a la que le preocupamos.
Pero, sobre todo, lo mejor es luchar por ti, tú eres lo más importante y la gente que esté contigo lo entenderá.
También quiero dar las gracias a la creadora del libro, gracias a ella los pacientes podemos contar nuestras vivencias en el hospital, para que otros tiren hacia delante.
Muchas gracias por el tiempo invertido en leerme.
Fuerza, lucha y esperanza. Siempre mirar hacia adelante.
Víctor Pérez Gea