El acompañamiento tras un cáncer de mama, herramienta clave para la mejora del bienestar físico y emocional

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El cáncer de mama es una enfermedad muy frecuente, aproximadamente una de cada nueve mujeres lo desarrollará en un futuro. De hecho, en Cataluña ha supuesto, este 2020, un 28% del total de casos de cáncer en mujeres. Pero, qué pasa una vez finalizado el tratamiento?

A partir de este momento se inicia un nuevo período, a menudo no exento de dificultades y angustia para la paciente, con respecto a la gestión de su propia salud y el regreso a su vida cotidiana.

Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, la Unidad Funcional de Cáncer de Mama del Instituto Catalán de Oncología y del Hospital Universitario de Bellvitge organiza hoy una jornada que reunirá pacientes y familiares para hablar y reflexionar sobre el etapa que se abre una vez finaliza el tratamiento. Cómo se articulan los controles oncológicos, cuáles son los objetivos y qué pretenden, como se estructuran a la asistencia primaria y lo que significa ser un largo superviviente de cáncer de mama, serán algunas de las cuestiones que se plantearán a la sesión.

Los efectos secundarios de los tratamientos que a veces persisten en el tiempo, así como el impacto psicológico que la propia enfermedad puede tener en las mujeres que han sufrido un cáncer de mama, puede obstaculizar su vida cotidiana. Un número importante de supervivientes continúa sufriendo síntomas que pueden afectar, de manera importante, su vida durante muchos años. Así pues, pueden ser síntomas frecuentes la fatiga, el insomnio, la ansiedad, el miedo, los problemas sexuales y los dolores articulares, entre otros.

Es por este motivo que se deben desarrollar modelos de atención que minimicen los problemas de estas supervivientes así como asegurar su seguimiento. De hecho, la finalidad del seguimiento clínico es poder tener un diagnóstico precoz de una posible recaída, así como el desarrollo de segundos tumores o de posibles complicaciones y secuelas derivadas de distintos tratamientos realizados con anterioridad.

Cuando a una paciente de cáncer de mama se le da el alta hospitalaria supone un momento muy crítico para ella, ya que ha sido controlada durante mucho tiempo por un equipo multidisciplinar de profesionales y, por tanto, se han creado lazos emocionales difíciles de romper. Hay pues, evitar que tenga la sensación de abandono que pueden tener algunas mujeres llegado este punto.

El ICO L'Hospitalet y el Hospital Universitario de Bellvitge, en colaboración con las unidades de atención a la salud sexual y reproductiva (ASSIR) vinculadas a la atención primaria, han elaborado, desde hace unos año, unos protocolos de seguimiento "post-alta" hospitalaria para las mujeres que han sufrido un cáncer de mama. En estos protocolos establecidos unos circuitos de derivación y comunicación entre el hospital de referencia y los equipos de atención primaria con el objetivo de minimizar el efecto o la sensación de "vacío" en el seguimiento de las mujeres largos supervivientes de cáncer de mama y aportar una guía al ginecólogo/a de atención primaria para el uso y manejo clínico correcto.

Además, este seguimiento implica una continuidad asistencial con el objetivo de garantizar las necesidades a nivel oncológico a la hora de diagnosticar una eventual recurrencia o la aparición de una segunda neoplasia y minimizar las posibles complicaciones derivadas del tratamiento. Esta asistencia integral debe tener la misma calidad y debe estar perfectamente coordinada con la Unidad Funcional especializada a fin de que la paciente pueda volver de nuevo al circuito hospitalario en cualquier momento si fuera necesario.

Las Unidades Funcionales son un tipo de organización que permite el abordaje integral de los pacientes. Varios especialistas trabajan en un espacio físico común y toman una decisión conjunta sobre la manera de proceder. Este abordaje multidisciplinar y la inmediatez permiten acortar los intervalos diagnósticos y terapéuticos y mejorar los resultados clínicos.

La Unidad Funcional de Cáncer de Mama del Instituto Catalán de Oncología y del Hospital Universitario de Bellvitge es la más antigua del Estado y la que tiene un mayor volumen de pacientes de toda Cataluña. Está integrada por 30 miembros: ginecólogos, cirujanos plásticos, radiólogos, anatomopatólogos, médicos de medicina nuclear oncólogos médicos, oncólogos radioterápicos, enfermeras, psicooncólogos y personal de administración. Todos ellos están especializados en la patología mamaria. Desde su creación, ha tratado unas 6.500 mujeres. Realiza 1.300 primeras visitas anuales, de las que se confirma un cáncer en unas 460, y tiene unas 5.500 pacientes de seguimiento.

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