Cada año, coincidiendo con el Día Mundial del Corazón, Jaime Navarro Escudero vuelve al hospital con un propósito muy especial: agradecer a las enfermeras y TCAIs de la Unidad Coronaria las curas y el acompañamiento que recibió cuando más lo necesitaba.
Jaime fue trasplantado de corazón hace unos años, y desde entonces no ha dejado de compartir vida y esperanza. Su gesto se ha convertido en una tradición llena de significado: cada año lleva pulseras hechas por él mismo, que reparte con una sonrisa como muestra de gratitud.
Con historias como la suya, recordamos que la salud del corazón no solo se cuida con tecnología y medicina, sino también con gestos sencillos, plenos de afecto y humanidad.