Aparezco aquí, varado en este hospital cual si fuera un puerto en el que fondean los barcos, personas en lugar de barcos, eso es lo que pienso.
¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué deparará está escala en mi vida? Quién lo sabe…
Y a lo mejor, en mi ignorante conocimiento pienso: ¡A quién le importa!
Bien, pues tal vez la respuesta para mí y mucha gente esté en un pequeño gesto plasmado en este escrito para vosotros, RELAT-HOS…
Mi cuerpo, hasta hoy, poco atracó en estos vuestros muelles, ocasiones más o menos contadas y a la vez breves. En esta ocasión, un poco más duradera y en la cual puedo conocer, observar y sentir nuevas experiencias gracias a vosotros, vista desde fuera, nunca agradables a nuestra mente y ojos, desconociendo lo que esconden estos amarres del inhóspito puerto.
Quedo gratamente sorprendido con lo aquí conocido y escondido.
Tal vez te preguntes: ¿Cómo unos muros y ventanas tan siniestros desde el exterior pueden esconder algo agradable? Es de destacar que, tras un aspecto sórdido, hay un mundo desconocido, sí, un mundo lleno de batas verdes, blancas, azules y múltiples vestimentas, pero esas batas, ¿qué significan?
Labor bien hecha, ayuda, comprensión, aliento, lucha por los demás, sacrificio, empatía con el paciente… y un sinfín de adjetivos positivos para con los demás, que, para mi corto entender, son imposibles de enumerar, ya que sus virtudes podrían llenar páginas enteras de la historia de este extraño UNIVERSO HOSPITALARIO.
Por eso y mucho más, solo queda decir gracias por todo a todos y todas las profesionales de esta difícil y complicada labor médica que se realiza con gran empeño, obteniendo así grandes frutos, lo cual intento reflejar en este banal escrito.
Los hospitales no son solo males, más al contrario, tienen un millón de cualidades.
Ánimo a todos y a todas.
Eric del Rincón Aranda