Un estudio liderado por el IDIBELL y el Hospital de Bellvitge demuestra que durante el confinamiento los pensamientos relacionados con el suicidio fueron más frecuentes entre las personas con TOC
El riesgo de infectarse por el SARS-CoV2 también ha emergido como una nueva obsesión
Un estudio publicado este mes de junio en la revista European Psychiatry evalúa el impacto de la pandemia de COVID-19 en pacientes con TOC del Hospital universitario de Bellvitge, valorando no solo los cambios en la gravedad del TOC, sino también en las condiciones preexistentes, las nuevas condiciones provocadas por la emergencia sanitaria, el tratamiento; el uso de recursos de salud mental, el desarrollo de temores obsesivos a la contaminación por SARS-CoV-2 y el uso de la regulación emocional y estrategias para afrontar el estrés.
El distanciamiento social y la adopción de una higiene respiratoria y de manos estricta han sido algunas de las estrategias clave para controlar la infección de la COVID-19. Los recordatorios constantes para el lavado frecuente de manos y la disminución del contacto físico con otras personas o cualquier superficie han generalizado comportamientos que se asemejan a los que normalmente presentan los pacientes con TOC, con obsesiones por contaminación y compulsiones por lavarse. Más allá de los temores relacionados con el riesgo de contagio, los cambios sociales y económicos han generado factores estresantes potencialmente poderosos, como el confinamiento en el hogar, la libertad limitada, la incertidumbre económica y las dificultades para acceder a los servicios de salud mental.
El estudio analiza los datos de 127 pacientes con TOC que fueron evaluados por un especialista en el Hospital de Bellvitge durante la fase inicial de la pandemia mediante las pruebas específicas de TOC y una entrevista estructurada que recogió información clínica y sociodemográfica. Los resultados se compararon con los de 237 controles sanos de la misma área geográfica que completaron una encuesta en línea.
Los resultados del trabajo, liderado por la Dra. Pino Alonso, integrante del grupo de Psiquiatría y Salud Mental del IDIBELL que lidera el Dr. José Manuel Menchon y psiquiatra del Hospital de Bellvitge, permiten concluir que aunque muchos pacientes con TOC fueron capaces de afrontar el estrés emocional del brote de COVID-19 y sus consecuencias durante la fase inicial de la pandemia, la evolución de la misma constituye un factor de riesgo para un agravamiento significativo de los síntomas y la ideación suicida en uno de cada tres pacientes obsesivos. “Un 65% de los pacientes con TOC describieron un empeoramiento de sus síntomas y este deterioro fue muy significativo en el 31% de los pacientes entrevistados”, según destaca la Dra. Pino Alonso. Por otra parte, el riesgo de infectarse por el virus fue reportado como una nueva obsesión por la mitad de ellos, aunque solo se convirtió en la principal preocupación obsesiva en aproximadamente el 10% de los pacientes.
Por otro lado, los pensamientos relacionados con el suicidio fueron más frecuentes entre los pacientes de TOC que entre los controles sanos. Asimismo, la presencia de depresión prepandémica, las puntuaciones más altas de la escala YBOCS, que evalúa la gravedad de los síntomas de TOC, la presencia de temores de contaminación y rituales de lavado/limpieza previos y un apoyo social percibido como más bajo, predijeron un riesgo significativamente mayor de empeoramiento del trastorno obsesivo compulsivo.
En el estudio también han participado investigadores del Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas de la Universidad de Santiago de Compostela, el CIBERER de la misma universidad, la Fundación Pública Gallega de Medicina Genómica del SERGAS, el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela y el Laboratorio de Neurociencia Psicológica de la Universidad de Minho, de Portugal.