Entrevista a Eusebi Tolosa Magriñà, autor de la exposición de pinturas “De la gènesi a la revelació”, y paciente del Servicio de Psiquiatría del HUB

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"Encontrar el camino de la pintura me sirvió para no estigmatizarme"

Desde el pasado 1 de febrero y hasta el 31 de marzo, la sala de espera de Consultas Externas del Servicio de Psiquiatría acoge la exposición “De la gènesis a la revelació”, que forman 25 pinturas de diferentes formatos, obra de Eusebi Tolosa Magriñà , pacient Con esta exposición, el Servicio de Psiquiatría pone en marcha una iniciativa para dar a conocer la capacidad creativa de personas con enfermedades mentales y al mismo tiempo animar a personas en una situación similar para que exploren la capacidad terapèutica de la creación artística.

- ¿Cómo y cuándo sale la iniciativa de crear esta serie de pinturas?

La iniciativa surgió porque la gente como nosotros estamos algo estigmatizados. Entonces, para salir de aquella etiqueta elegí la pintura, allá por el año 2010, porque me iba muy bien para inhibirme de las cosas que nos pasaban. Así encontré el camino de la pintura, que me sirvió para no estigmatizarme. De hecho, cuando empecé a pintar no pensaba que nunca podrían formar parte de una exposición como la del Hospital de Bellvitge.

- ¿Qué supone para ti exponer estas pinturas en Bellvitge?

Para mí supone algo muy grande, porque desde los 21 años tengo esta enfermedad y poco a poco las pinturas aliviaron mucho mi relación con el Hospital de Bellvitge, tuve menos ingresos, prácticamente ninguna, y me ayudaron a tener una vida normal. Tengo una mujer y un hijo y hago vida normal, pero tengo una enfermedad. Por todo esto, supone mucho para mí exponer en Bellvitge, porque es mi hospital desde hace 38 años.

- ¿Qué expresa el título de la exposición, De la génesis a la revelación?

El título expresa cómo al principio de la enfermedad en el cerebro le falta adrenalina y otras sustancias que hacen que no estés bien; se está mal, aunque los demás puede que no se den cuenta, y debe aceptarse la medicación. Se va entonces desde la génesis, el principio de la enfermedad, hasta la revelación, que es el momento en que entiendes la enfermedad y lo que necesitas para superarla.

- ¿Qué impacto crees que puede tener la exposición entre otros pacientes?

El impacto que me gustaría que la exposición tuviera en otros pacientes es que también se planteen pintar, que prueben a coger un pincel o realizar cualquier otro trabajo manual o artístico para centrar la cabeza, el cerebro, en cosas que son importantes, porque de esta forma se “desconectan” de muchas cosas no beneficiosas y se centran en algo que si lo es.

- La actividad artística te viene de familia, ¿no?

La verdad es que sí. Mi hermano es escultor. Según la familia, también teníamos dos tíos-abuelos que se marcharon a Argentina y uno fue pintor y el otro escultor, aparte de mi hermana, que trabaja en el Liceu y es profesora de maquillaje.

- Nos ha parecido especialmente interesante una historia familiar en torno a una carpeta medio olvidada dedicada a uno de los grandes genios de la música. ¿Cómo fue esa historia?

Esta historia familiar surgió de una carpeta que mi hermana encontró en un altillo. Al revisarla curioso encontramos recortes de periódico y revistas de Barcelona, Francia, Inglaterra, Alemania, Italia y programas de mano de conciertos, todos relacionados con el centenario de la muerte de Beethoven, en 1927. Todo aquel material lo va recoger a mi abuelo, Isidro Magriñà, un verdadero mecenas de aquella época, que tuvo una tienda de sombreros en la calle Portal de l'Àngel, pero que tenía tres grandes pasiones: Verdaguer, Wagner y Beethoven. El caso es que gracias a un vecino conocí al editor de Arpegio, Jaume Tortella, que al ver todo ese material se decidió a publicarlo en un libro.

- En este enlace podéis ver información sobre el libro 1927: Primer centenario de la muerte de Beethoven. Archivo gráfico de Isidro Magriñà

- ¿Hasta dónde llegaba la pasión de tu abuelo por Beethoven?

Muchos cantantes y artistas célebres en la época iban a su tienda, como los tenores Hipólito Lázaro o Max Lorenz y el centenario de la muerte de Beethoven se vivió muy intensamente en Barcelona en parte gracias al entusiasmo de abuelo Isidro, que logró que el Sindicato de Músicos aceptara que en todos los conciertos y actividades musicales que se llevaron a cabo la noche del 26 de marzo de 1927, día de la muerte del compositor un siglo antes, se interpretara la su música.