El estudio, denominado SWITCH, se ha publicado este 15 de mayo en la revista The Lancet, una de las más prestigiosas del mundo, al tiempo que se ha presentado en el congreso de la Organización Europea de Ictus (ESOC) en Basilea.
Ha sido liderado por el Dr. Jürgen Bech, del Hospital Universitario de Friburgo, y el Dr. Urs Fischer, del Inselspital - Hospital Universitario de Berna. Por parte del Hospital Universitario de Bellvitge, lo ha encabezado el Dr. José Luis Sanmillán, del Servicio de Neurocirugía, que figura como uno de los principales firmantes del artículo.
En total, ha incluido a 197 pacientes con ictus hemorrágico profundo grave tratados y seguidos durante una media de 9,5 años en hospitales de Bélgica, Alemania, Finlandia, Francia, Países Bajos, Austria, Suecia, Suiza y España.
Actualmente no existe ninguna terapia eficaz para el ictus hemorrágico profundo grave. En este tipo de ictus, el sangrado y la posterior inflamación ejercen una presión sobre el tejido cerebral de alrededor que provoca un daño generalizado en el cerebro. Ello suele provocar discapacidades graves y una alta mortalidad.
Las opciones de tratamiento se han limitado hasta ahora a medicamentos para reducir la presión arterial y para detener el sangrado que a menudo no resulta suficiente.
Este estudio ha examinado el efecto de aliviar la presión causada por la hemorragia practicando a los pacientes una cranectomía descompresiva (extracción de una parte del cráneo que se vuelve a implantar una vez que la inflamación ha disminuido). Los pacientes incluidos en el estudio recibieron la terapia estándar previa o la terapia estándar en combinación con la cranectomía descompresiva.
Seis meses después del procedimiento, un 44% de pacientes con intervención neuroquirúrgica y un 58% de los pacientes sin intervención neuroquirúrgica habían alcanzado la máxima afectación neurológica o muerte. Esto implica, estadísticamente, una débil evidencia de la superioridad de la terapia quirúrgica, aunque la discapacidad grave y la mortalidad fueron altas en ambos grupos. El estudio aporta más datos que permiten seleccionar el mejor tratamiento en cada caso y abre la puerta a realizar nuevas investigaciones.