Cinco años de una transformación histórica del Hospital de Bellvitge para hacer frente a la pandemia

- Coronavirus

Llegó a tener ingresados al mismo tiempo 542 enfermos de COVID, 186 de ellos en camas de críticos y semicríticos

Se diseñó una reorganización a gran escala de las tareas, creando nuevos equipos que pudieran dar respuesta a la altísima demanda

El 25 de febrero de 2020, el Hospital Clínic de Barcelona diagnosticaba el primer caso de COVID-19 en Cataluña y la Península Ibérica. En ese momento todavía se creía que la propagación de la enfermedad podría contenerse, pero no fue así. El Hospital de Bellvitge atendió su primer caso el 1 de marzo de 2020, y en pocas semanas los hospitalizados ya superaban el centenar. El 15 de marzo se decretó el confinamiento general de toda la población en España, que se prolongó más de tres meses.

En abril, en el momento álgido de la primera ola de la pandemia, el Hospital de Bellvitge ya estaba dedicando el 85% de todos sus recursos al COVID. Llegó a tener ingresados al mismo tiempo hasta 542 enfermos de COVID, 186 de ellos en camas de críticos y semicríticos. La mortalidad de los pacientes era muy alta.

En un tiempo récord, el hospital se transformó drásticamente para dar respuesta a la nueva situación. Se suspendió toda la actividad programada quirúrgica y no quirúrgica; todos los profesionales de vacaciones se reincorporaron –muchos jubilados se presentaron voluntariamente para reforzar las tareas asistenciales– y se diseñó una reorganización a gran escala de las tareas, creando nuevos equipos que pudieran dar respuesta a la altísima demanda de atención a enfermos con COVID.

Se cerrarron totalmente las visitas de familiares y acompañantes, sustituidas por un nuevo circuito de atención telefónica, se establecieron estrictas medidas de seguridad, con mascarillas y equipos de protección individual (EPI) y se diferenciaron circuitos y zonas de circulación. Se redactaron y publicaron en la intranet decenas de nuevos protocolos de actuación, se desarrollaron nuevos avances tecnológicos, poniendo en marcha un servicio de apoyo psicológico para pacientes y profesionales, así como una campaña de microdonaciones para canalizar los numerosos ofrecimientos de ayudas económicas y materiales.

El Servicio de Microbiología multiplicó por 8 el número de pruebas realizadas (más de 24.000 entre el 22 de febrero y el 6 de mayo). El área del enfermo crítico se amplió de 68 a 139 camas, la unidad de enfermos semicríticos respiratorios de 4 a 70 camas, y el área de hospitalización incorporó 60 camas a los antiguos quirófanos y reutilizó otros espacios deshabilitados. También se prepararon 53 camas en el vestíbulo de Consultas Externas que no hubo que utilizar. Además, profesionales de Bellvitge asumieron la gestión operativa del Hospital Fira Salut, en Fira de Barcelona, para pacientes de pronóstico favorable procedentes de todo el área de influencia.

Un comité multidisciplinar de crisis se reunió a diario durante meses para adaptarse a la situación continuamente cambiante. “Intentábamos ir siempre por delante de la enfermedad, pero era muy difícil teniendo en cuenta que nos encontrábamos en un escenario nunca visto hasta entonces”, recuerda la Dra. Cristina Capdevila, en ese momento directora y actualmente gerente del Hospital de Bellvitge.

Generosidad, flexibilidad y apoyo de la ciudadanía

Según recuerda Capdevila, “para todos los profesionales fue un trance durísimo, tanto a nivel de carga de trabajo como a nivel emocional. Y muchos se contagiaron. Pero todo el personal, asistencial y no asistencial, actuó a la par y dieron muestras extraordinarias de generosidad y flexibilidad para responder a lo que la sociedad pedía de nosotros”.

Capdevila destaca también “el inmenso apoyo de la ciudadanía, desde los aplausos en los balcones hasta los cientos de correos electrónicos y mensajes de ánimo que recibíamos a diario, que nos ayudaron a continuar”.

Durante la primera y más grave ola de la pandemia, el Hospital Universitario de Bellvitge se convirtió en uno de los centros europeos que implantaron más ECMOs (circulación sanguínea extracorpórea para el apoyo del pulmón y del corazón) a pacientes con COVID.

Una vez finalizada esa primera ola, el hospital fue recuperando poco a poco la normalidad y acabó el año con toda la cirugía oncológica, cardíaca y del resto de procesos garantizados dentro de los tiempos establecidos de garantía. Sin embargo, la aparición de nuevas variantes del coronavirus y nuevas oleadas de infecciones le siguieron obligando a realizar sobreesfuerzos asistenciales importantes durante mucho tiempo.

A principios de 2021, y por iniciativa del Servicio Catalán de la Salud, el Hospital de Bellvitge inauguraba un nuevo edificio asistencial consagrado en exclusiva al COVID. Este edificio actualmente se ha reconvertido para albergar el área de hospitalización de las enfermedades del sistema nervioso y otros dispositivos asistenciales.

La pandemia, además, abrió un gran abanico de nuevos interrogantes científicos que activaron varias líneas de investigación en servicios como los de Urgencias, Medicina Intensiva, Neumología, Enfermedades Infecciosas o Microbiología, entre otros, en torno a temas como el COVID persistente, la predicción de la evolución clínica de los pacientes o la aplicación de la inteligencia artificial al tratamiento de los enfermos críticos.

Según concluye la Dra. Capdevila, “sufrimos mucho pero al mismo tiempo aprendimos mucho. La pandemia nos obligó a cambiar la forma de hacer lo que ya hacíamos, a empezar a hacer cosas que nunca habíamos hecho, y a ver nuestra profesión con una nueva mentalidad. Muchos de los nuevos conocimientos y formas de hacer adquiridos entonces se han mantenido y nos han hecho mejores como equipo, en beneficio del paciente”.

 

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