Entrevista a Victor Pérez Gea, autor del relato El DAI inesperado (Desde mi habitación vol. 1, pág. 135)

RELAT-Hos - Víctor Pérez Gea
RELAT-Hos - Víctor Pérez Gea
RELAT-Hos - Víctor Pérez Gea

“Es una satisfacción escribir para que otras personas vean que las cosas han salido bien, que has salido adelante después de un problema médico”

- ¿Cómo fue tu primer contacto con el proyecto RELAT-Hos? ¿Cómo lo conoces?

- En el año 2017 ingresé en el Hospital de Bellvitge para que pusieran un desfibrilador automático implantable (DAI) y como paseaba bastante fuera de la habitación creo que le comenté a alguien que estaba escribiendo un libro –todavía lo estoy escribiendo-. Entonces me abordó Antonia y me dijo que estaba preparando un libro en el que los pacientes escribirían lo que sienten, de forma que aquello pudiera servir a otros pacientes. Y pensé, si se puede, quiero escribir, y así lo hice, escribí. En definitiva conocí RELAT-Hos porque Antonia me invitó a escribir mi relato.

- ¿Tuviste claro desde el principio que querías participar?

- La verdad es que sí. Sobre todo porque es una satisfacción escribir para que otras personas vean que las cosas han salido bien, que has salido adelante después de un problema médico; es algo que les puede ayudar a no encerrarse. En mi caso, cuando inicialmente me dijeron que no podría continuar estudiando ni trabajando, me quedé un poco chafado, pero después en el hospital me infundieron bastante ánimo. En aquel entonces estudiaba hostelería y al ponerme el DAI me dijeron que como el corazón iba como iba no podía hacer nada. Así estuve 6 meses, hasta que el corazón ya no tiró más y tuve que volver a ingresar...

- Tu relato es singular porque se desarrolla en tres fases: el ingreso para la implantación del DAI; los 6 meses con el dispositivo hasta que deja de ser efectivo y finalmente el trasplante ¿Esta estructura la fuiste planteando sobre la marcha?

- El primer bloque de El DAI inesperado lo escribí de un tirón, los otros dos, al salir de la operación. Recuerdo que a causa de la predmisona, la mano me temblaba cuando intentaba escribir y pensé que ya no volvería a poder hacerlo. Después, se me pasaron los efectos de la medicación y la mano ya no me temblaba. Así pude escribir la segunda y la tercera parte del relato.

- ¿Qué sensaciones tuviste al ver tu relato escrito en el libro?

Yo que me siento escritor, o relatador, me hizo ilusión verlo publicado. Cuando Antonia me dijo que se había publicado el libro, lo primero que pensé es que me gustaría publicar el mío. Además, ver en la contraportada del primer volumen de RELAT-Hos una frase mía: Si tienes algo que contar mucho mejor en un papel que en la cabeza, me hizo también mucha ilusión. Cuando ya estaba viviendo en Castellón, vine a la presentación del segundo libro y tuve la oportunidad de conocer a otros relatadores, como un hombre con una muleta. Intercambiamos historias personales. Le expliqué que me habían hecho un trasplante de corazón. ¿Y a ti qué te ha pasado? le pregunté. “Nada -me contestó- se me gangrenó la pierna y me la tuvieron que amputar”. Era David Herrera. Otro de los beneficios de este libro es que junta a la gente, y yo conocí tres o cuatro personas con las que todavía sigo en contacto, y sinceramente, creo que tengo más amigos del hospital que de fuera.

- ¿Escribes habitualmente?

Lo de escribir me venía de antes. El libro en el que estoy trabajando y al que me refería al principio lleva conmigo unos cuantos años, pero hay veces que no te viene la inspiración o que por el estrés del trabajo no tienes tiempo o no encuentras el momento de sentarte a escribir. Cuando estaba ingresado, aburrido, decidí retomar el libro. Entonces avancé bastante, pero ahora estoy en un punto en que de nuevo estoy parado, no sé por dónde seguir; no sé si alguien lo querrá publicar; no sé si cerrar la historia ya… pero desde luego, después de ver publicado el libro de RELAT-Hos, me vinieron más ganas de publicar el mío. Ese libro, pendiente de acabarse, no tiene nada que ver con mi experiencia como paciente; es una mezcla entre ciencia ficción y medieval.

- ¿Crees que la escritura tiene un valor terapéutico?

Cuando he vuelto a leer mis relatos, a veces no me reconozco como su autor. Objetivamente, al escribir lo que sientes es terapéutico, te permite sacar todo lo bueno o todo lo malo que llevas dentro, y plasmándolo en el papel te quedas mucho mejor. Otra gente puede preferir guardarse las cosas, pero creo que es mejor escribirlo, hablarlo o apoyarse en la gente que tienes cerca. Antes de la operación no sabía que iba a pasar, porque firmé los papeles de la autorización para la intervención un mes antes sin decírselo ni a mi padre ni a mi madre, que vivían cada uno en un punto diferente y yo estaba en Hospitalet viviendo con mi pareja. Lo cierto es que me pilló un poco por sorpresa. Pensaba que tendría que vivir ya con el DAI y cobraría una pensión, pero parece que a mi madre sí que le habían dicho que tendría que pasar por un trasplante. El doctor me dijo que tenía tres oportunidades, la última de ellas era el trasplante de corazón: Estaba de pie y me fallaron las piernas al escucharlo, pero son cosas que se debe afrontar y pasar. El día 22 de junio se cumplirán cinco años del trasplante y estoy trabajando en hostelería, sin estrés, y si me estreso un poco, paro, voy al baño y me desestreso, vale la pena, por mi corazón y por la segunda oportunidad que me dieron.

- Por último ¿nos puedes recomendar algún libro?

Los tengo aquí arriba todos. Aunque luego me gustó mucho, uno de los que más me costó leer ha sido Eragón, de Christopher Paolini. Estuve tres años para pasar de la primera página, que empieza hierro, hierro, hierro… y de ahí no pasaba. Después acabé la trilogía. Y ahora estoy con otro que no tiene nada que ver: Dormir en un mar de estrellas, también de Paolini.

Imagen de Nenad Maric en Pixabay