Entrevista al Dr. Josep Llop: “El orgullo Bellvitge es espíritu de frontera, abierto y combativo, capaz de hacer frente a retos a menudo difíciles y complejos”

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En el último congreso de la Sociedad Española de Nutrición Clínica y Metabolismo (SENPE), el Dr. Josep Llop ha recibido el premio ARAN/SENPE 2022 a la mejor trayectoria científica. Jubilado a finales de 2018 tras 35 años en el HUB, el Dr. Llop ha continuado colaborando con el servicio de Farmacia Hospitalaria como facultativo emérito. Hacemos un repaso a la trayectoria que le ha valido este reconocimiento.

Sabadellense de nacimiento, el Dr. Josep Llop Talaveron es actualmente facultativo emérito del Hospital Universitario de Bellvitge. Jubilado en diciembre de 2018, se incorporó en octubre de 1983 al servicio de Farmacia Hospitalaria del HUB, donde ha sido jefe de sección y presidente de la Comisión Nutrición Parenteral y Enteral. Ha dirigido y participado en distintos proyectos de investigación y ha participado en numerosas publicaciones científicas, principalmente en el ámbito de la nutrición artificial, además de ser profesor asociado de la UB. Ha sido jefe del grupo de Investigación en Farmacoterapia, Farmacogenética y Tecnología Farmacéutica y coordinador del programa de Sistema Digestivo, Diagnóstico, Farmacogenética, Enfermería y Prevención Clínica del IDIBELL. El Dr. Llop también ha sido asesor en materia de políticas sociales de la Presidencia de la Generalitat.

- ¿Tenía referentes del mundo de la farmacia en su entorno?

Vivíamos en el piso de arriba de la farmacia de nuestro padre, un farmacéutico tradicional que amaba mucho su profesión y que fue un referente. Era muy conocido en Sabadell, entre otras cosas, porque hacía muchas y variadas fórmulas magistrales, que hoy sorprenderían. Prácticamente durante todo su ejercicio profesional fue el representante de los farmacéuticos de Sabadell. También estuvo muy implicado en el tejido asociativo de la ciudad.

- ¿Siempre tuvo claro que quería ser farmacéutico?

Era una cuestión que nunca puse en duda. Desde pequeño había vivido el mundo de la farmacia, y en verano ayudaba de manera muy activa. Sin embargo, mi visión de la farmacia fue cambiando a lo largo de los años. Primero, durante los años de los estudios universitarios realizados en la UB, que terminé en 1976. Estos fueron unos años muy convulsos políticamente, de los que fui partícipe. Posteriormente, después de haber finalizado el servicio militar, me presenté en la primera convocatoria FIR, hecha conjuntamente con el MIR. Hacer la residencia en un ámbito hospitalario me dio una visión muy distinta de la profesión y me abrió nuevas expectativas. Hice la residencia de Farmacia Hospitalaria en la Ciudad Sanitaria del Vall d'Hebron. Al terminarla, y tras pasar por diferentes sustituciones e interinatos, obtuve plaza de facultativo adjunto en la que entonces se llamaba “Ciudad Sanitaria Príncipes de España”.

- ¿Volvería a escoger la farmacia hospitalaria?

No tengo dudas de que volvería a trabajar en el ámbito hospitalario asistencial y en la especialidad de farmacia hospitalaria, pero tampoco me cerraría a otras posibilidades. Últimamente, me he acostumbrado a colaborar de forma transversal con otras especialidades que también creo que tienen mucho potencial. Creo que en estos momentos el sistema de especialización no debería estar tan fragmentado. He visto la consolidación del trabajo en equipo y multidisciplinar, tanto asistencial como científico, algo que no existía en la década de los ochenta y que era el objetivo de algunas personas con especial visión de futuro.

- ¿Qué recuerda del Hospital de Bellvitge de 1983?

Era muy quirúrgico, las especialidades transversales estaban poco desarrolladas. A mediados de los ochenta y hasta los noventa vivimos situaciones convulsas en un hospital con tradición de conflictos como los que se produjeron durante la transición. Pero cabe destacar el factor humano. En Bellvitge, enseguida capté un ambiente abierto, muy cercano y colaborativo, en el que trabajar se hacía mucho más fácil y estimulante. Las distancias entre estamentos eran cortas.

Pero este ambiente convulso se cerró un poco en falso y a principios de 2000 se reprodujeron importantes conflictos en forma de huelga. No se había producido un repuesto generacional y el desequilibrio de inversión territorial hacía que el Baix Llobregat y el Barcelonés Sud fueran penalizados en inversiones sanitarias. En este contexto, un grupo de facultativos creamos una plataforma sindical que llamamos "Facultativos Independientes", con Antoni Surós como presidente, Leandre Farran como secretario general, y yo como secretario de organización. Nos presentamos en tres elecciones sindicales desde 1999 a 2010, y tuvimos delegados sindicales. A diferencia de las demás fuerzas sindicales, renunciamos a las horas de ocio sindical, lo que no fue muy bien visto entre el sindicalismo clásico. También potenciamos la participación en las juntas clínicas, que nunca habían sido tan participativas. Para nosotros no existía límite entre la actividad asistencial y las reivindicaciones laborales. Creo modestamente que ayudamos a renovar las viejas estructuras sindicales médicas.

- ¿Y cómo ha visto evolucionar el hospital, ahora que cumple 50 años?

Por suerte, muy bien. El Bellvitge de hoy en día ha cambiado para bien en muchos aspectos. Se ha producido recambio generacional, se ha invertido de forma importante en infraestructuras, ha mejorado mucho la interacción con el territorio, se ha equilibrado la actividad asistencial y los servicios de apoyo como los laboratorios, Radiología, Medicina Nuclear, Anatomía Patológica y el de Farmacia han tomado un peso impensable a principios de la década de los ochenta. También en el personal de enfermería y administrativo los cambios han sido significativos. En este sentido, ha sido relevante el impulso que significó la presencia del Dr. Eduard Jaurrieta como director médico del hospital a partir de 2003 y también la actuación de la actual gerencia para posicionar el hospital de Bellvitge. Los liderazgos no lo son todo en absoluto, pero son imprescindibles.

Mi paso por el departamento de Presidencia de la Generalitat durante 2007-2010 me permitió poder captar los desequilibrios territoriales en el ámbito de inversiones y también de la gran capacidad de resolución y la fuerte actividad asistencial en algunos hospitales como el HUB. Todo esto no implica que no haya problemas. Las nuevas generaciones están mucho más preparadas y han incorporado nuevas formas de trabajar con las tecnologías, pero el sentido de pertenencia al sector público y la capacidad de sacrificio se ha perdido un poco.

- ¿De qué proyectos en los que ha participado está más satisfecho, echando la vista atrás?

En el ámbito personal, podría hablar de la Unidad de Nutrición Artificial del Servicio de Farmacia, de la que fui responsable. Desarrollamos iniciativas innovadoras tanto en el ámbito de la elaboración de productos de nutrición parenteral como de seguimiento de pacientes. La Unidad de Nutrición Parenteral ha sido un referente tanto a nivel de Cataluña como de España, lo que nos permitió crear, conjuntamente con la Unidad de Nutrición Clínica del servicio de Endocrinología, programas pioneros como el de Nutrición Parenteral Domiciliaria. De hecho, el HUB fue el primer hospital de Cataluña en tenerlo. Sin embargo, más importante que todo esto ha sido el hecho de ser copartícipe, conjuntamente con el Dr. Ramon Jódar (recientemente jubilado) y la Dra. Maria Badia (actual jefa de Servicio), del crecimiento y la modernización del Servicio de Farmacia Hospitalaria del HUB.

- ¿Qué cambios ha vivido el servicio de Farmacia Hospitalaria desde que usted llegó?

Se ha tecnificado y se ha avanzado mucho, y se han podido crear áreas de experiencia. Hemos pasado de seis facultativos de staff a los actuales diecisiete, y a ser un referente en el ámbito asistencial, de investigación y en estructura. Tenemos áreas de excelencia reconocidas, como el de farmacocinética poblacional, en las que también somos pioneros. También cabe destacar el área de preparados galénicos, de fórmulas magistrales, el trabajo con células madre, o el seguimiento a pacientes ambulatorios. Todo esto era impensable hace unos años.

- ¿Cómo cree que deben liderar las próximas generaciones la Farmacia Hospitalaria?

Hay dos movimientos en Farmacia Hospitalaria: uno es el de especialización y el otro es el de prepararse para la tecnificación y la robotización. Todo esto no debe hacernos olvidar de la necesidad de conectar con los demás servicios para buscar la complementariedad. No debemos perder el punto de vista asistencial y colaborativo con otros ámbitos.

- ¿Sigue siendo un reto integrar la investigación en el día a día de la Farmacia Hospitalaria?

Mantener el nivel de investigación no es fácil. Nosotros hemos incidido en el ámbito de las publicaciones y la investigación, que integramos en el IDIBELL, siendo el primer servicio de Farmacia Hospitalaria de Cataluña en tener grupo de investigación propio, con evaluación externa, que te obliga a no bajar la guardia. Hemos hecho muchas publicaciones internacionales, hemos recibido premios... Esto ha permitido que me fuera entregado el reconocimiento a la trayectoria científica entregado por la SENPE por la actividad continua a lo largo de los años.

- ¿Qué representa para usted el “orgullo Bellvitge”?

Espíritu de frontera, abierto y combativo, capaz de hacer frente a retos a menudo difíciles y complejos.

- ¿Hay algo que quisiera añadir?

Es importante hacer equipo, requisito imprescindible para avanzar. En este contexto, a menudo enmarcado en un entorno competitivo, es necesario tener muy en cuenta el factor humano. Pensar que he sido partícipe en un continuum y que este futuro está en buenas manos, me hace estar orgulloso del actual servicio de Farmacia y del Hospital Universitario de Bellvitge.

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