“A veces, oralmente me cuesta más expresarme, pero cuando me pongo a escribir, las palabras me salen de forma más fácil”
- ¿Qué pensaste cuando tuviste el primer contacto con el proyecto RELAT-Hos? ¿Cómo lo conoces?
- Me habían operado del corazón y me habían cambiado una válvula, y en una de las visitas posteriores me detectaron una arritmia y en esa ocasión estuve una semana ingresada. Me encontraba bien, salía de la habitación, paseaba por los pasillos, charlaba con la gente… y en una de esas ocasiones vino Antonia y me presentó esta actividad creativa y me dijo si me interesaba; me dejó una carpeta muy bonita y la verdad es que a mí siempre me ha interesado escribir (en casa cuando tengo algún problemilla me desahogo escribiendo). Entonces le dije, déjamelo, que la iniciativa me gusta. Lo miré y me dije ¿por qué no? Voy a intentar a ver si me sale algo. Y le dije que lo haría desde casa, porque estaría más tranquila.
- ¿Recuerdas cómo llegas a escribir tu relato?
- Me quedé con la carpeta, y durante unos de los paseos que daba, hablando con unos y con otros, coincidí con esta persona, Frank. Le veía pasear como yo, siempre solo. Empezamos a hablar sobre la comida y las enfermeras, y me acabó explicando que al día siguiente le operaban del corazón y cuál era su situación personal y me impactó: estaba solo, le iban a operar del corazón y no sabía cómo saldría del quirófano. Tenía hijos, pero todos estaban lejos y no iban a venir; estaba desarraigado totalmente y al salir se iría a casa solo. Me impactó su historia, estaba solo, iba a guardar su ropa en una taquilla y cuando saliera no habría nadie esperándole. Al día siguiente, me acerqué a la camilla cuando se lo llevaban, le di un beso y ya no he vuelto a saber nada más de él. Solo sé que se llamaba Frank. A la hora de escribir el relato, hablar de mí no me pareció interesante, hay mil y un casos como el mío, y pensé que quizás no tenemos en cuenta el valor de contar con una familia, alguien que se preocupe por ti, o lo que supone sentirse solo. Frank incluso me comentó que estaba acostumbrado a estar solo, incluso que ¡casi lo prefería! Pensé entonces que su historia era un punto de partida para reflexionar sobre el valor de la compañía, de la familia.
- ¿Qué sensaciones tuviste al ver tu relato escrito en el libro?
- Verlo publicado me produjo mucha alegría y un cierto orgullo al pensar que lo que había escrito le podía interesar a alguien, no solo me había gustado a mí escribirlo, sino que alguien al leerlo podría sentirse algo mejor o entretenerse un rato.
- ¿Escribes habitualmente? Si la respuesta es afirmativa, ¿esto te lo puso más fácil para hacer tu relato?
- Escribía antes para mí; tengo libretas. Por ejemplo, me daba por escribir sobre mi vida, desde que era pequeña hasta ahora, por si acaso algún día se me olvida. Me gusta recordar como vivíamos, la cantidad de personas que compartíamos un piso. Me gusta recordar y dejarlo escrito, pero lo leo yo sola, no lo ha leído nadie. Es como un secreto. Eso quizás hizo más fácil el poder expresarme. A veces, de forma oral me cuesta más expresarme, pero cuando me pongo a escribir, las palabras me salen de forma más fácil. Pero como te he comentado, todo lo que escribo, al cajón.
- ¿Crees que la escritura es una herramienta terapéutica importante?
- Creo totalmente en el valor terapéutico de la escritura, tanto para quien lo hace como para quien lo recibe. Sin duda es una terapia efectiva. Cuando estás aquí, sin nada que hacer, te sirve para pensar en otras cosas, observar otras cosas, para ayudar a los demás a lo mejor también. Veo esta iniciativa como una herramienta importante, válida.
- Por último, ¿nos puedes recomendar un libro?
- Sí, un librito pequeño que me regalaron cuando estaba ingresada. No es nada profundo, se trata de un libro pequeño que me regaló una amiga y que me divirtió, me entretuvo. Se titula La lista de mis deseos, de Gregoire Delacourt, y es la historia de una familia a la que le cambia la vida después de tocarle muchos millones en la lotería.