¡No me desafíes!
Porque cuando perdí todo,
también perdí el miedo (Autor desconocido)
Al principio el miedo se apoderó de mi alma.
Me daba miedo morir.
Vivía con temor. Por si fuera poco, a mis problemas se sumaron: la diabetes, un cáncer, una cirrosis, y un dolor que proviene de una enfermedad degenerativa de los huesos, que con el tiempo se ha convertido en una amiga que me acompaña en el camino y en mis noches de insomnio.
Estas circunstancias me hicieron mejor persona y más valiente.
Perdí el miedo a morir.
Y así andábamos cuando apareció otro amigo, el infarto, que me permitió conocer a mi corazón. Lo vi latir, lo escuché y mi impresión fue que al son de la música tocaba las palmas.
Era bello, irradiaba alegría, contagiaba sus ganas de vivir y de luchar.
Y entonces, me di cuenta de que lo importante no era perder el miedo a la muerte. Lo importante era recuperar las ganas de vivir.
Gracias, corazón.
Albert Piulachs Moles